Cerebro y silencio… con Michel Le Van Quyen

Cerebro y silencio… con Michel Le Van Quyen

24/12/2019 0 Por Buscando la Paz

 


Una mañana, en Septiembre de 2017, Michel Le Van Quyen despertó con una parálisis facial.

La causa de aquello era agotamiento, y lo que le prescribieron fue reposo absoluto.

Aquel reposo le acercó a algo que ya de por sí está muy próximo, pero que muchas veces ignoramos y desconocemos: el silencio.

Este neurocientífico, de 52 años, ha investigado, a partir de entonces, los efectos beneficiosos que existen en la relación entre cerebro y silencio.

Michel Le Van Quyen es parisino, está casado, y tiene tres hijos.

Es investigador de neurociencia en el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia.

Se declara ecologista y de izquierdas… Aunque aclara:

«Considero que la flexibilidad es esencial para todo organismo vivo, y lo mismo sucede con el pensamiento. Soy agnóstico.»



Aquello tan difícil que consiste en «no hacer nada»

 

El resultado de sus investigaciones es el libro Cerebro y silencio (Plataforma).

Por medio de la neurociencia, analiza en él los diferentes tipos de silencio que existen, cuáles son las consecuencias que estos tienen en nuestro cuerpo y nuestra mente, y como cerebro y silencio interactúan:

 “Hay un silencio exterior, que es la ausencia de ruido, y un silencio interior: esos momentos en que logramos reducir el ruido de fondo de nuestros pensamientos, ambos son esenciales para nuestra salud”.

Es un libro que ofrece claves para vivir en equilibrio.

A partir del hecho ya conocido de que el silencio cerebral colabora en la regeneración del propio cerebro, sabemos que resulta esencial para la creatividad, la memoria y la construcción que uno hace de sí mismo.

En 2001, Marcus Raichle demostró que el cerebro cuando se encuentra en reposo consume tanta energía como cuando funciona a pleno rendimiento.

A esta actividad cerebral en el reposo la llamo energía oscura.

Esos momentos en que no hacemos «nada» son momentos de ensoñación, y de hecho es la actividad a la que dedicamos la mitad de nuestro tiempo.

«Cuando en nuestro cerebro está presente la energía oscura viajamos en el tiempo, sentimos sensaciones muy vívidas que asociamos al pasado y al futuro.»

Esta es la manera en cómo se consolida la identidad, afirma Michel Le Van Quyen, al referirse a la relación entre cerebro y silencio.


Michel Le Van Quyen - Cerebro y silencio


El efecto del silencio en nuestras neuronas

 

El silencio provoca que las neuronas de nuestro cerebro se reproduzcan.

En 2013 se llevó a cabo un estudio, publicado posteriormente, que consistió en lo siguiente:

Se sumergieron en el silencio a ratones durante dos horas diarias.

Observaron, entonces, cómo se creaba una cantidad mayor de células nuevas en el hipocampo cerebral de dichos ratones.

Al parecer, dos minutos de silencio son suficientes, también, para disminuir la presión arterial y el ritmo cardíaco.

Aunque el silencio absoluto no existe, ya que siempre estarán presentes nuestros propios ruidos internos, podemos recurrir a sonidos que repercuten beneficiosamente en nuestro organismo y en nuestra mente, como son los sonidos de la Naturaleza.



La respuesta sensorial meridiana autónoma (ASMR)

 

El efecto de esos sonidos de la Naturaleza, como son, por ejemplo, el murmullo del arroyo, del viento, de los insectos o el crujir de las ramas producen un fenómeno psicológico: la respuesta sensorial meridiana autónoma, o ASMR, de acuerdo a sus siglas en inglés, (Autonomous Sensory Meridian Response).

Este consiste en una sensación agradable, la cual conlleva un hormigueo en la punta de los dedos o escalofríos en el cuero cabelludo.

Sería también como un estremecimiento musical, y al que se asocia a una secreción de dopamina, que es la hormona de la felicidad.

Asimismo, pasear por el bosque disminuye la hormona del estrés, reduce la tensión arterial y el azúcar en sangre.

También mejora notablemente la salud cardiovascular y metabólica, la concentración y la memoria.

Es sabido que tras una intervención quirúrgica los pacientes se recuperan mejor, más rápido y utilizando menos analgésicos si su habitación tiene vistas a un paisaje natural.


Cerebro y silencio


La importancia del silencio interior

 

Cerrar los ojos e ir hacia dentro resultará siempre muy positivo.

El simple hecho de mantener los ojos cerrados ralentiza las ondas cerebrales.

Cuando parpadeamos, no sólo lo hacemos para humidificar los ojos, sino también para que nuestro cerebro descanse.

Según varios estudios, si se desea percibir mejor las emociones de alguien, una manera es cerrar los ojos y concentrarse en la voz de esa persona.

Pascal dijo lo siguiente:

«Toda la desgracia de los hombres viene de no saber permanecer en reposo en una habitación».

Es sabido, además, que la práctica del silencio en la meditación aleja los pensamientos negativos.

En estas prácticas, la consciencia en la propia respiración conduce al silencio, un silencio beneficioso.

A nivel corporal, se traduce en una desaceleración de la frecuencia cardíaca, disminución de la presión arterial, descenso de la tasa de cortisol, y en un estado en el que el sistema inmunitario se verá reforzado.

En esa situación de calma y de bienestar el corazón produce un ritmo especial.

Este ritmo es capaz de sincronizar otros sistemas fisiológicos como las ondas cerebrales, la presión sanguínea, la digestión y el sistema inmunitario.

«Es importantísimo aprender a detenerse y respirar».

En cierto experimento, cuenta Le Van Quyen, se pidió a los participantes que se mantuvieran por quince minutos sin hacer nada.

La única posibilidad de distracción de la que disponían era la de darse descargas eléctricas voluntarias.

Asombrosamente, el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres prefirieron sufrir esas descargas voluntariamente antes que mantenerse tranquilos en silencio.

Para muchas personas, desconocedoras de la beneficiosa asociación de cerebro y silencio, este último es algo que les incomoda y con el que no están acostumbrados a vivir.


Cerebro y silencio


Un mundo donde impera el ruido y la distracción

 

Nos estimulan constantemente con sugerencias, información en exceso… Nos bombardean de tal manera con esos estímulos, con el fin de acaparar nuestra atención, que sufrimos lo que podríamos llamar sobrecarga cognitiva.

Esta sobrecarga cognitiva agota nuestro cerebro, y las consecuencias son que este se bloquea o desconecta. Es el caso también de quien se queda en blanco justo en el momento de un examen; la presión es excesiva.

El ruido auditivo tiene un efecto altamente negativo sobre nuestro sistema inmunológico, así como sobre nuestro sistema cardiovascular.

Según informes de la Agencia Europea de Medio Ambiente el efecto del ruido mata a 10.000 personas al año.

Existe, además, una relación demostrada entre la exposición al ruido y el descenso del rendimiento escolar.

También se relaciona esta exposición al ruido con el aumento del riesgo de padecer dislexia.

Por tanto, el ruido representa una grave agresión para el rendimiento cognitivo del ser humano.

De otra forma, cerebro y silencio, se relacionan muy positivamente aportando toda una serie de beneficios para nuestra salud física y psicológica.